Entre guajolotes y pavorreales
Ahora
que estoy usando con mayor regularidad redes sociales, di con la cuenta de
Instagram de Mario Elsner (@marioelsner_), quien es consultor, conferencista
internacional y mentor de líderes; CEO
de Busines Game Changers, escuela de formación de liderazgo[1]; además de colaborador del
periódico especializado en economía y finanzas “El Economista”.
Pues
bien, el 26 de marzo pasado, publicó unas diapositivas, con el título “EL
PAVORREAL DE LA OFICINA NO ES EL QUE MÁS TRABAJA … ES EL QUE MEJOR LO APARENTA”,
en referencia a la caracterización de un tipo de trabajador al que se le
denomina en inglés como productivity
peackocking, algo así, como “productividad presuntuosa”.
Según
Elsner, este tipo de colaboradores, que bien podríamos llamar pavorreales de
oficina, se caracterizan por ser personas que hacen todo parecer ocupadas, pero
que son incapaces de generar resultados reales.
Refiere
que, los pavorreales de oficina, siempre
están en reuniones, pero nunca resuelven nada, son quienes hablan mucho, interrumpen
más, pero cuando se les pide un entregable, desaparecen.
Envían
correos electrónicos a deshoras, sólo para demostrar su compromiso con la organización; sin importarle si la comunicación no
aporta nada, lo importante es que todos
vean que trabaja hasta tarde.
Concluye
destacando que este tipo de colaboradores, usan
palabras rimbombantes para disfrazar su falta de impacto; y advierte: si alguien usa más palabras de moda que
datos concretos, cuidado: probablemente está vendiendo humo.
Ustedes,
¿conocen, o han conocido algún pavorreal de oficina? Yo sí, y la verdad es que
es muy incómodo trabajar con ellos,
por la simple y sencilla razón de que no trabajan, son expertos en simular que lo
hacen, pero más aún, en proyectar una imagen de ser muy importantes para la
organización.
Suelen
ser expertos en la lisonjería, y aprovechan la avidez de reconocimiento o la
inseguridad de algunos jefes, para nadar
de muertito, en un escenario de
simulación y sobreactuación –aparente- para generar una percepción
distorsionada de su contribución a los procesos productivos.
No me
quedé con la duda, e indagué más sobre el término, y me sorprendió la cantidad
de artículos y entradas en la red, que dan cuenta de ese fenómeno
organizacional, que caracteriza la conducta de algunos colaboradores, que son muy buenos pavoneándose, exhibiendo su
plumaje, pero que resultan ser francamente improductivos.
Gémini, la IA de Google, destaca que los pavorreales de oficina se caracterizan además por exagerar la importancia de sus asignaciones; así como de su tiempo de ocupación laboral –son los primeros en llegar y los últimos en irse, pero la mayor parte del tiempo están en la cafetería, fumando en las áreas reservadas, o bien platicando en los pasillos-; y evitan comprometerse a entregar resultados concretos –suelen expresarse con términos ambiguos: ya casi termino, ahorita queda, estoy trabajando en ello … ¿les suena?
Ahora,
si tropicalizamos el concepto, ¿cómo
lo podríamos llamar en México?
¡Exacto!,
guajolotes improductivos, pues hacen más ruido que lo que resuelven, se mueven
mucho, hacen mucho ruido y se aseguran que los vean pavoneándose durante su jornada laboral, para que todo el mundo
constate lo ocupados que están, y la forma en que ¡sólo ellos saben resolver!
-
José: ¿Que tal Mario, cómo va tu día?
-
Mario: (con evidente sentido de urgencia) ¡¡¡¡¡Súper ocupado!!!!!, ¡el jefe me
acaba de pedir que haga mil impresiones de una circular! y para de malas ¡la copiadora
se quedó sin papel!, discúlpame, voy corriendo al almacén, ¡Por que uuuurgen!
¡Mucho
ruido y pocas nueces!; cuanto drama por unas impresiones.
Ya
platicamos de pavorreales y guajolotes organizacionales; y considero que
tenemos claro que no es muy sano integrarlos a ningún equipo de trabajo, pues
son especialmente improductivos.
Entonces,
¿Qué tipo de perfiles deberíamos integrar a las organizaciones o equipos de
trabajo?
Las águilas
o los halcones, pueden parecer muy atractivos; sin embargo, nunca hay que
olvidar que, ante todo, se trata de depredadores; así que, si usted está seguro
de que no se encuentra por debajo de ellos en la cadena alimenticia,
¡Adelante!, sin duda serán una gran adición a su equipo de trabajo; pero si no
es así, ¡Prepárese!, ¡porque se lo van a chingar!
Ahora
que lo pienso, en el contexto del proceso para la elección de personas
juzgadoras, y a una semana de que iniciaron las campañas, hemos podido ver
muchas candidaturas; y ¡hay de todo!: pavorreales, guajolotes, águilas y
halcones.
El
reto para la ciudadanía será evitar a toda costa pavorreales y guajolotes, pues
son como las papas fritas, ¡Tienen mucha publicidad!, parecen atractivas, pero,
¡son más aire que contenido!
El
problema con las águilas y halcones, es que nunca dejarán de ser depredadores,
así que, ¡Aliméntelos bajo su propio riesgo!
¡Quizá
deberíamos definir nuestro voto a favor de otras especies menos llamativas,
pero más productivas!
Los carpinteros o colibríes parecen ser mejor opción; ustedes, ¿qué otra especie (tipo de candidatura) sugerirían?
Gilberto Salazar
[1]
Según información publicada en “El Economista” https://www.eleconomista.com.mx/autor/mario.elsner
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