¿Elecciones más baratas?
Gilberto Salazar
El
martes pasado la mayoría de las diputadas y diputados que integran el Congreso
del Estado de Veracruz, aprobaron el decreto por el que se reforman diversas
disposiciones de la Constitución de Veracruz en materia electoral; hecho que ha
sido ampliamente expuesto y debatido en medios de comunicación, pues se afirma
que la reducción del 50% del financiamiento público que se otorga a los
partidos políticos, se trata de una cortina de humo para ocultar la verdadera
intención de la reforma, que a decir de los expertos, es ni más ni menos que
proteger al titular del Ejecutivo estatal de la revocación de mandato, pues
dicen que existe el temor fundado de que, de someterse a tal ejercicio de
democracia directa, no saldría bien librado.
Pero
más allá de la política, hablemos del aspecto técnico de la reforma. Ese mismo
día, antes de que se consumara el acto legislativo en el Palacio de Encanto, un
medio de comunicación daba cuenta de la opinión del Secretario de Finanzas del
Estado, quien apuró a manifestar que “hay gastos innecesarios en consejos municipales”
electorales.
No
le falta razón al Secretario de Finanzas del Estado cuando afirma que “crear
Consejos integrados es más eficiente”, pues cierto, conforme a las
disposiciones aún vigentes en la Entidad, el Organismo electoral está obligado
a instalar un consejo municipal en todos y cada uno de los municipios que
integran el Estado para la elección de ediles de los ayuntamientos; y sí,
algunos son muy pequeños y en ellos se instalan muy pocas casillas. No obstante
en todos los municipios se debe instalar un consejo municipal para conducir la
elección, que por lo menos implica arrendar un
inmueble en cada municipio por espacio de 8 meses, el cual debe reunir
características mínimas de seguridad para destinar un lugar para la bodega en que han de resguardarse los paquetes al término de la jornada
comicial; ello sin contar el gasto por concepto de nómina, servicio de energía
eléctrica, telefonía, internet, gasolina, alimentos extraordinarios entre
otros.
La
verdad es que no son “algunos” lo municipios que son muy pequeños en opinión
del Secretario de Finanzas. La mayoría de los municipios de Veracruz (148) integran una población inferior a los 43 mil habitantes[1]; de estos municipios de
baja densidad poblacional, destaca el caso de 74 municipios que ostentan una
población inferior a los 15 mil habitantes, entre los cuales sobresalen los municipios de Landero y Coss, Aquila y Comapa que cuentan con una
población inferior a los 2 mil habitantes.
Los
148 que integran el bloque de municipios de baja densidad poblacional en su
conjunto aglutinan el 34.34% de la población total del Estado.
En
contraste, los municipios de población media[2] (34) y de población alta
(15) en su conjunto concentran el 65.65% de la población total de Veracruz.
Los
municipios con alta población de nuestro estado, integran una población
superior a los 105 mil habitantes y son los municipios de Álamo, Tierra Blanca,
Martínez de la Torre, Orizaba, Cosoleacaque, Boca del Río, Minatitlán,
Papantla, Tuxpan, San Andrés Tuxtla, Poza Rica, Córdoba, Coatzacoalcos, Xalapa
y Veracruz; entre todos estos, se concentra el 39% de la población total del
Estado.
De
los municipios con mayor población, destaca el caso de Coatzacoalcos con más de
300 mil habitantes, Xalapa con más de 480 mil y Veracruz que supera los 600 mil
habitantes; y que, conforme al texto de la reforma, son los únicos “afortunados”
que tendrán Consejos “especiales” para la realización del cómputo de la elección
de ediles de los ayuntamientos. ¿Primero los Pobres?
Es
cierto que, si en los consejos municipales electorales se vendieran piezas de
pan, la lógica indica que quizá nunca debieron existir, pues el balance entre
costo beneficio no justifica el gasto que representan. El problema es que en
los consejos municipales no se vende ningún bien de consumo tangible, en ellos
se producen intangibles acaso más valiosos para la convivencia social:
Confianza ciudadana y paz social.
Hay
una película, de esas que no me canso de ver, A Bronx Tale[3]
(De Niro 1993), es una historia ambientada en el barrio del Bronx en Nueva
York, que relata la historia de un niño –Calogero– que crece muy cerca del capo de la mafia local
–Sonny– de quien su padre –Lorenzo– quiere mantenerlo alejado. No lo logra, la fascinación
por la vida de esos tipos duros lleva al muchacho a desafiar a su padre y
trabajar para Sonny en sus tiempos libres, quien se asume entonces como su
mentor.
En
una escena, cuando Calogero (Lillo Brancato) ya es un joven, Sonny (Chazz
Plaminteri) le cuestiona ¿Tu por qué crees que me respetan? Impetuoso, como
suele ser la juventud e inexperiencia, Calogero apura la respuesta y afirma: ¡Porque
eres muy rudo!; entonces Sonny, paternal le responde: ¡Te equivocas!, me
respetan porque estoy cerca, me respetan porque saben que si hay problemas
pueden acudir a mí, y saben que me encontrarán. ¡Disponibilidad!, ¡la clave es
la disponibilidad!
Todos
sabemos que entre más distante se encuentre la autoridad, es más factible que
se rompa la disciplina; los niños lo saben bien, por eso, los más traviesos
siempre buscan sentarse hasta atrás, lo más lejos posible del maestro, lejos de
la autoridad, para poder hacer y deshacer a voluntad.
Disponibilidad,
cercanía y proximidad, es la base del federalismo, y no solo de este modelo de
estado, incluso en los estados centralistas, siempre se han requerido de delegados
que cuiden los intereses del monarca, y sobre todo que sirvan de autoridad
inmediata a la población, ante quienes puedan encauzar sus necesidades e
inconformidades, para que los problemas que puedan surgir se atiendan y resuelvan de inmediato, antes de que se salgan de control.
Tristemente
el afán de ahorrar dinero hace que las personas dejen de mirar con objetividad,
y lo que es peor, sin conocer la razón que determinó cierta disposición de las
cosas, para realizar un análisis desde una óptica mercantilista, a
instituciones que no pueden ser medidas bajo el parámetro de la mayor
rentabilidad.
Pensemos
en el caso de las extintas agencias del ministerio público municipal, o de las
agencias del ministerio público que existían bajo una lógica territorial en
cada ciudad del Estado. Las desaparecieron con el argumento de que sería más
eficiente eliminarlas, pues se gastaba demasiado en ellas, y en tal caso, era
mejor centralizarlas en unidades de atención temprana, en las que el usuario –víctima
de un delito- no tuviera que moverse a ningún otro lugar pues en esas unidades
integrales lo encontraría todo, peritos, psicólogos,
trabajadores sociales y médico legista, todo para que se cumpliera con eficiencia
la vital encomienda de perseguir delitos que corresponde la fiscalía del
Estado. ¡Suena Bonito!, ¿Verdad?
No
funcionó, la realizad ha sido otra, sí se ahorró dinero en rentas, pero la
procuración de justicia no mejoró sustancialmente, antes bien, la disposición actual
de la institución de la fiscalía del Estado, su falta de disponibilidad
territorial, la vuelve inaccesible, y ¿cómo no? Imagínese que usted es víctima
de un delito en el municipio de Rafael Lucio o Acajete, lo robaron y golpearon,
no obstante no puede denunciar los hechos en su municipio, para hacerlo, tiene
que trasladarse a la ciudad de Xalapa, madreado y humillado, para formular su
denuncia, y lo peor, cuando llega a la unidad integral de atención temprana, se
topa con que no hay personal suficiente y tiene que esperar a que lo atiendan,
cuando le toque turno, en un lugar que no tiene ni siquiera servicios
sanitarios para el público y en el que se trabaja en las peores condiciones
higiénicas.
Pero
eso es otra historia, y solo sirve de ejemplo, de lo mal que puede ir una reforma
basada en la idea de ahorrar dinero. Abaratar la impartición de justicia ayer,
hoy abaratar las elecciones.
En
vez de hablar de ahorrar, de gastar menos, se debería buscar la mayor
eficiencia, son concepciones distintas, que hablan de la riqueza de pensamiento
de quien las utiliza.
Ya
sabemos que en los municipios con menor población se venden pocas piezas de
pan, por ello una cadena de panaderías habrá de pensárselo bien antes de
instalar una panadería en esos municipios de baja rentabilidad si no quiere ver
afectadas sus finanzas.
Ese
razonamiento es correcto desde la perspectiva comercial en el que sí, la mayor
rentabilidad (max profit) es el
parámetro que determina la toma de decisiones. El problema viene cuando, se
decide con base a un criterio mercantilista sobre los derechos humanos de las
personas, pues, así como se venden pocos panes en los municipios más pequeños,
por esa razón en ellos se instalan “pocas” casillas, por tanto, se levantan
menos votos, entonces ¡No valen la pena!
Una
organización política o un candidato al diseñar su estrategia electoral, desde
luego que puede desdeñar las demarcaciones políticas que signifiquen una
aportación mínima de votos a su causa, y puede incluso prescindir de visitar
esos municipios “morralla” que no le aportan mucho y en los que el gasto no
resulta rentable, porque, “¡No votan, pero hay que ver como piden!”.
El
problema es que las autoridades, las instituciones no pueden conducirse con ese
pensamiento, pues al hacerlo así, vulneran los derechos humanos de las
personas, ¿Cuál es la razón por la que las y los ciudadanos que habitan en
Coatzacoalcos, Veracruz y Xalapa tendrán el privilegio de contar con un consejo
“especial” encargado de contar los votos de la elección de ediles del
ayuntamiento?; mientras que en el resto de la entidad, sus habitantes tendrán
que esperar turno a ser atendidos en los Consejos Distritales para que se cuenten
los votos de su elección.
Como
se ve, la medida resulta violatoria del principio de igualdad establecido en la
Constitución Federal, y por si misma resulta discriminatoria para las personas
que no tienen el “privilegio” de vivir en Xalapa, Veracruz o Coatzacoalcos,
pues tendrán que esperar para que se desahogue el cómputo de su elección
de ayuntamiento.
Ahora
bien, este aspecto puede parecer de carácter teórico o filosófico para algunos,
está bien, pensemos que podemos prescindir del principio de igualdad
sustancial; entonces el problema que representa la medida de suprimir los
consejos municipales no deviene del respeto a los derechos humanos y resulta de
la operatividad de las elecciones.
Como
sabemos, al término de la jornada electoral, se cierran las casillas e inicia
el procedimiento de escrutinio y cómputo de los votos, actividad que puede
tomar entre dos y cinco horas, después de ello, se elaboran las actas, se
integra el paquete electoral, mismo que es remitido, en ese momento, por lo
general muy avanzada la noche o en la madrugada del día siguiente, al Consejo
Electoral correspondiente.
Cuando
existen consejos municipales la cosa no es tan complicada, pues a pesar de que
existen municipios con una amplia dispersión geográfica, las distancias o
tiempos de traslado no son tal dilatados.
El
problema surgirá cuando en una elección de ediles del ayuntamiento altamente
competitiva, en el que la diferencia entre primer y segundo lugar sea muy
cerrada, como ya ha ocurrido en procesos electorales pretéritos (elección del ayuntamiento
de Emiliano Zapata en 2017 por ejemplo) se tengan que trasladar los paquetes
electorales fuera del municipio ¿Qué cree usted que pueda pasar?
Imagine
usted ese escenario en Chicontepec y hay que mover los paquetes a Tantoyuca,
¿Quién los va a trasladar?; ¿Quién se hará responsable?
¿De
Ozuluama a Pánuco?, ¿De Coyutla a Papantla?, ¿De Ayahualulco a Coatepec?, ¿De Tlaltetela a Emiliano Zapata?, ¿De las Minas a Perote?, ¿De Tezonapa a
Zongolica?, ¿De Omealca a Cosamalopan?, ¿De José Azueta a Santiago Tuxlta?, ¿De
Soteapan a Cosoleacaque?, ¿De Hidalgotitlán a Minatitlán?, O bien, ¿De Moloacán
a Coatzacoalcos?
¿Quién
se anima? Emociones garantizadas.
Sería
interesante que el autor o autores de la reforma, incluso sus apologetas, o algún
familiar cercano a ellos, les tocara trasladar paquetes electorales de un
municipio a la cabecera distrital en un ambiente de alta competitividad y
conflicto post electoral.
La
cosa no termina ahí, el Distrito 22 con cabecera en Zongolica, aglutina 18
municipios, supongamos que en 17 de ellos la jornada electoral transcurre en
santa paz, pero en uno solo de esos municipios la cosa se puso caliente, y un
grupo de personas armadas se traslada a la cabecera distrital para tomar por la
fuerza el Consejo Distrital, y por la razón que sea, la situación se sale de
control y queman las instalaciones junto con toda la papelería electoral que
permanecía resguardada en su interior. El conflicto post electoral surgido en
un municipio afectara de manera innecesaria las elecciones de los 17 municipios
restantes, y probablemente hasta la de diputaciones.
Como
se ve, la idea de ahorrar por ahorrar no siempre es la mejor razón para
impulsar una reforma.
[1] Conforme a información publicada
por el INEGI. www.inegi.gob.mx
[2] Municipios como Isla, Actopan,
Zongolica, Jalacingo, Mixtla, Amatlán, Tres Valles, Aguadulce, Catemaco,
Atzalan, Alvarado, Ixhuatlán de Madero, Chicontepec, Coatzintla, Tezonapa,
Cosamaloapan, Santiago Tuxtla, Pueblo Viejo, Coscomatepec, Huatusco,
Tlapacoyan, Misantla, Altotonga, Fortin, Ixtacqzoquitlan, Perote, Medellin,
Emiliano Zapata, Las Choapas, Acayucan, Coatepec, Tihuatlán, Pánuco y Tantoyuca
integran cada uno entre 43,500 a 104,000 habitantes; y entre todos aglutinan el
26.37% de la Población total del Estado.
[3] Titulada en español como: El
Desafio.
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