¡Grilla, grilla… grilla!
Gilberto
Salazar
“Cuando los ciudadanos dejan de
prestar atención por la política, llegan a las instituciones políticos que no
prestan atención a los ciudadanos, y eso es muy malo para la democracia.”
Rosa Díez
La
expresión que sirve de título a estas líneas, fue una de las más emblemáticas
que usaba Don Héctor Lechuga. Cada vez que iba a iniciar un nuevo proyecto en radio
o televisión, y en entrevista algún reportero le cuestionaba: ¿De qué va a
tratar su programa? Apuraba la respuesta con la gran sonrisa que le
caracterizaba, y con la inquietud de un niño travieso decía: ¡Grilla, grilla...
grilla!; disfrutaba mucho hacer comedia ironizando sobre los acontecimientos políticos
de la jornada, su tema de conversación favorito era “la grilla de los políticos”.
Don
Héctor Lechuga fue un actor, comediante y comentarista nacido en Orizaba,
Veracruz el 18 de abril de 1929, falleció el 13 de julio de 2017 a los 88 años de
edad en la ciudad de México.
Dueño
de una dilatada trayectoria en la radio y televisión mexicana, en 1950 ingresó
a Telesistema mexicano donde participó en programas como “Modas y modales”, “Rayo
veloz” (1951), “Variedades de medio día” (1955), “Domingos Herdez” (1962), “Chucherías”
(1962), y “Alegrías” (1968), “Los Beverly de Peralvillo” (1969-1973), “Ensalada de locos” (1971-1973), “El Show de
los cotorros” (1972), el “Show del loco Valdés” (1972) y “Detective de hotel” (1973);
todos ellos de comedia en los que compartió créditos con: Julio Taboada, Manuel
“loco” Valdéz, Leonorilda Ochoa, Chucho Salinas, César Costa, Xavier López
Chabelo y Alejandro Suárez.
Sin embargo, donde encontró su lugar Don
Héctor, fue haciendo sátira política en el programa “Cotorreando la noticia”,
que caricaturizaba los programas de noticias, para “cotorrear” en torno a los
dichos, hechos y sucesos relacionados con “políticos
chipocludos, funcionarios transas y gobernantes cotorros”[1]; la emisión de este
programa inició en 1980, en el ocaso del sexenio de José López Portillo; lo
acompañaba Chucho Salinas, con quien dos años después realizaría la película de
crítica social “México 2000” (González 1983), que de alguna manera condensó la sátira
acumulada durante las emisiones de “Cotorreando la noticia” sobre lo que entonces
hacía mal la clase política y también la ciudadanía.
Resulta
irónico que un programa que se dedicaba a criticar el quehacer de políticos y
gobernantes como lo fue “Cotorreando la noticia” se transmitiera en “Canal 13”,
propiedad del Instituto Mexicano de la Televisión (IMEVISION) y que estaba a
cargo de la Dirección General de Radio y Televisión de la Secretaría de Gobernación;
no obstante, tal disposición de cosas, es decir la tolerancia y apertura del gobierno,
que inclusive facilitaba canales para encauzar la crítica política y social no
duró mucho tiempo, pues resultó que don Miguel de la Madrid Hurtado tenía la
piel muy sensible, y por esa razón envió a Manuel Bartlett, quien entonces era
Secretario de Gobernación –a quien se le cayó el sistema en 1988 y hoy es
Director General de la Comisión Federal de Electricidad– para anunciar a Don Héctor
y a Chucho Salinas la decisión del Presidente:
“"Quiero decirles que
por unos cuantos meses estarán suspendidos por falta de respeto al gobierno… creo
que sería conveniente enviarlos a descansar para que entiendan mejor la
política del Presidente". Y nos envió a descansar lo que restó del sexenio”
Don
Héctor regresó a las andadas en 1988, una vez que concluyó el sexenio de la “Renovación
Moral”; con el mismo formato y concepto, pero ahora con el nombre de “Barriendo
la Noticia”, emisión que posteriormente fue retomada por Radio Televisión de
Veracruz, donde se transmitió hasta el 2013.
¿Y eso qué?
Pues
nada, que es muy grave que las personas comunes y corrientes se estén apartando
de la política y que les resulte indiferente, pues ello genera una brecha entre
gobernantes y ciudadanía; sí, tal y como lo ilustra la frase de Rosa Díez que
precede al texto: Cuando las personas se apartan de la política, llegan a las
instituciones (congresos y gobiernos) personas que no se interesan en las
personas, pues en razón de ese abandono respecto de los asuntos públicos se
vuelven invisibles.
Don
Héctor Lechuga no era político, sin embargo, una vez que hizo click con ella a finales de 1979, no
dejo de hacer política desde su trinchera, haciendo lo que mejor sabía hacer: Comedia.
Desde luego, su notable trayectoria como comentarista político no habría sido
posible sin la ayuda de Marco Antonio Flota, encargado de escribir los guiones,
y la genial mancuerna que hacía con Chucho Salinas.
Es
muy importante que todas las personas nos interesemos en la política, y que
cada quien, desde su posición, se mantenga informado, vigilante, pero sobre
todo que exija cuentas a sus representantes y gobernantes.
La
democracia no se agota con las elecciones, debemos de romper esa concepción
corta y utilitaria, en la que desde una posición autocomplaciente, pensamos que
somos buenos ciudadanos y cumplimos con ir a emitir nuestro voto cada tres
años. Nada más equivocado; para mejorar la calidad de la democracia en nuestro
país, es indispensable contar con ciudadanas y ciudadanos de calidad, que se
mantengan informados de los asuntos públicos, exijan cuentas, den seguimiento y
evalúen el trabajo y trayectoria de candidatos y políticos en general; castigándolos
cuando se aparten del mandato conferido a través del voto popular.
Robert
Darnton[2] ubica como uno de los
antecedentes del surgimiento de la Opinión Pública, la práctica observada en la
Francia del Siglo XVIII, donde las personas concurrían a las inmediaciones del
Palacio de Versalles, sea al jardín de “Las Tullerías” o al “Arbol de Cracovia”
para enterarse de los chismes e indiscreciones del Palacio Real; entonces, se
generalizó la práctica de compartir notas en pequeños pedazos de papel que
daban cuenta de trivialidades que ocurrían en el Palacio de Versalles, como los
affairs del Monarca, así como las
excentricidades y excesos de la corte real.
El intercambio
de esa información pronto generó una adicción en la sociedad parisina que fue
aprovechada por compiladores y generadores de chismes, que no tardaron en
integrar gacetas, boletines y pasquines de amplia circulación; y así, sin
querer la cosa, paulatinamente se desmitificó la figura del Rey, quien comenzó
a ser percibido como cualquier persona, con defectos y debilidades. Ese cambio
de paradigma, a la postre permitió que se cuestionara la autoridad y legitimidad
de la monarquía, situación que contribuyó a la gestación de la Revolución
Francesa.
Las
grandes transformaciones sociales advertidas a partir del siglo XVIII, han
estado determinadas en buena medida por el libre intercambio de opiniones e
ideas, el cual sólo ha sido posible por el interés de las personas en
procurarse mejores condiciones para sí y para los suyos; esa determinación los ha
llevado a levantar la mirada, ubicar nuevos horizontes, contrastar su realidad
con la de otros mundos y en esa
virtud, encauzan sus esfuerzos en transformar su realidad para lograr mejores
condiciones de vida.
Esa
ha sido la historia por la que resultó la Independencia de México; La
Revolución Mexicana, y la de prácticamente todos los movimientos sociales,
campesinos, obreros y políticos.
Por
eso precisamos de personas como Don Héctor Lechuga o Víctor Trujillo “Brozo”;
espacios de crítica política como “Cotorreando la noticia”, “El privilegio de
mandar” o “El Mañanero”; y de medios como el “Ahuizote”, que se atrevan a
cuestionar y criticar lo que se hace mal en la escena política; no obstante, cualquier
esfuerzo de esos valientes es fútil, si como ciudadanos no nos interesamos en
la política y hacemos la parte que nos toca.
¡Vamos pues, y apropiémonos del espacio público!
[1]
Estrada, David, “Héctor Lechuga: El Comediante del Poder”, consultable en: http://www.davidestrada.org/index.php/obituario/17-obituario/613-hector-lechuga-el-comediante-del-poder
[2]
Darnton, Robert, “La verdadera historia de las noticias falsas”, El País, 30 de
abril de 2017, consultable en: https://elpais.com/cultura/2017/04/28/actualidad/1493389536_863123.html
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